divendres, 12 d’agost del 2005

El cumple de la Mª Carme!

Cumple MCarme copia

El dia 14, dia especial: el cumple de la Mª Carme!

Amb aquest avió que ella mateixa s'ha fabricat -quina guapada!- és amb el que ens ve a saludar a tots nosaltres, un per un. Per això sempre arriva la primera.

Per a ella, aquest blog li dedica el premi taronja a la més SINTÀPICA!!

6 comentaris:

Carme ha dit...

GRÀCIES PER EL "DETALLASSOOOOOO!"
SI EL DÍA 14 VOLA JA VINDRÉ A PINETA EM PASTÍS PER A CELEBRAR-HO!

Carme ha dit...

NO ET DESOLATIS! SI ES QUE NO ES FINS EL DIA 14!!!!!!!!!!!!!

Anònim ha dit...

Moltes felicitats per anticipat des de Caldes d'Estrac. Ruta de l'avioneta :
- Maresme-Vallès,
- Bages-Tarragonès,
- Alt i Baix Penedès
- Baix Empordà-Terra Alta-Pamplona.
....i també, la vall de la Pineta.

Vola ras M.Carme que et saludarem...petons

Tere, Adrià i Maite

Carme ha dit...

FUAAAAAAAAAAAAA!!!!!!

Anònim ha dit...

Estimada Carme: Es tart, -acabo d'arrivar de un concert de sprinters- ja es dia 14 i per lo tant: felicitats !!!
No vull deixar d'adjuntar aqui -a manera de regal- un compte maravellos que he lleigit fa pocs dies. Penso que t'escau.
Xevi

"En una árida región del Lejano Oriente había una vez un pequeño reino. No tenía una gran extensión de tierra, ni demasiado terreno fértil. No era un reino muy rico, ni dormian en su suelo costosos minerales. Y, sin embargo, la guerra con un pais vecino había desangrado el reino y la última batalla, acabado con la vida del emperador.

La población quería lo mismo que quieren todos los pueblos del mundo, quería lo que reclaman y seguirán reclamando los hombres y las mujeres corrientes a lo largo de la historia, aunque sus dirigentes no los escuchen. Querían trabajar y vivir en paz.

Por eso al enterarse de la muerte del rey y sabiendo que no había cadena sucesoria, la población entera se reunió en la única plaza del reino para exigirle al Consejo de Ancianos que elevara al trono a alguien que fuera verdaderamente amante de la vida, para estar seguros de que nunca más la guerra terminaría impiadosamente con la existencia de tantos…

El Consejo sabía que, en el estado en el que se encontraba la población, se debía tener mucho cuidado con las próximas decisiones. También ellos querían poner el Imperio (como se lo llamaba grandielocuentemente en asuntos de palacio) en manos de alguien sabio y honesto. Entre las cosas en las que primero estuvieron de acuerdo estaba que el próximo emperador debía ser joven para dar lugar a crear, a partir de allí, una dinastía que asegurara la continuidad de su política por años y años. Esta decisión unánime, descartaba a los miembros de ese Consejo, todos ellos venerables ancianos. Así fue que durante días estuvieron pensando y debatiendo; debatiendo y pensando. ¿Cómo hacer una elección tan delicada?

¿Cómo elegir de entre todos los jóvenes del pueblo una persona que fuera la mejor para ocupar el trono? Para una primera elección, se le pidió a cada ciudad, a cada condado, a cada comarca, que mandara su mejor candidato a la corona, a presentarse ante el Consejo.

A los pocos días, los jóvenes fueron llegando al palacio real. Entre ellos estaba Liú, joven pastora que había seleccionado un pueblecito lejano de las montañas.

- Yo no quiero ser la futura emperatriz – había dicho Liú a sus padres justo antes de partir-. ¿Qué haré yo como emperatriz?
- Hija, nuestro pueblo cree que tú eres la mejor para conducirnos a una vida de paz –le había respondido la madre-, aunque de todas maneras la decisión definitiva, acerca de ir o no ir, la tienes que tomar tú.

Liú que amaba mucho a la gente, había decidido aceptar el pedido de todos y emprender el largo y peligroso camino de montaña hasta el palacio, atravesando ríos y bosques.


Allí estaba, junto a cientos de muchachos y muchachas de todo el reino, reunidos en el gran Salón del Trono ante el Consejo del Reino.

Su portavoz, el mas anciano de todos, les dio la bienvenida y les dijo:

- Cada cual recibirá una semilla. La plantará y la cuidará por su propia mano en la tierra de su pueblo natal. Cuando llegue la primavera nos reuniremos de nuevo aquí, cada cual con su planta crecida en una maceta. Quien tenga la planta con la flor más hermosa, será quien ocupe el Trono.

Muchachos y muchachas formaron filas ante los integrantes del Consejo, que fueron repartiendo a cada cual la semilla que tenía que plantar. Liú tomó su semilla y, con mucho cuidado, se ocupó de envolverla amorosamente en su pañuelo de seda. (“No debe coger humedad hasta no estar en la tierra, pensó.) Y después la guardó, teniendo mucho cuidado de no apretarla ni golpearla, en su bolsa de cuero. Cuando estuvo segura de que la valiosa semilla estaba bien acomodada, emprendió el camino de vuelta a casa.


Una vez en su pueblo, Liú plantó la semilla en una maceta de barro con el mismo cuidado y suavidad con que la había transportado desde palacio. La hundió profundamente en la mejor tierra que pudo encontrar entre sus montañas, y siguiendo los consejos de los más sabios de sus vecinos, la regó cada día (exclusivamente con agua de lluvia), ni poco ni demasiado, como le habían aconsejado (ni poco ni demasiado, pensó Liú…, como todas las cosas) y esperó.

Los días pasaban y en la maceta nada aparecía. Añadió tierra nueva y se animó a agregar un poco de abono ( un viejo secreto de sus abuelos para cuando el trigo no brotaba). También la cambió de lugar, le cantó y le habló animando a la flor a crecer.

En el huerto todo había crecido y dado fruto. En el bosque, los árboles rebozaron de bayas, pero en la maceta nada.

Liú ya no sabía que hacer, la semilla no nacía y las ilusiones de sus vecinos morían un poco cada día cuando pasaban a visitar la yerma maceta.

Llegó por fin la primavera, Liú se dio cuenta de que era la hora de realizar de nuevo el largo viaje hacia el palacio real, aunque también supo que no valía la pena el viaje. En su maceta solo habían aparecido unos pocos tallos que hicieron ilusionar a algunos, pero que resultaron ser simples hierbas silvestres. De la flor no había ni un solo indicio.

Por una parte, es bueno reconocerlo, Liú se alegró. Ella había dicho (y era cierto) que no tenia ningún deseo de cambiar su vida sencilla por la de una emperatriz. Pero, por otra, cargaba a la vez con la pena de su gente. Liú temía lo que algunos murmuraban a su espalda, que llevar la maceta sin flor era dejar en mal lugar a su pueblo natal.

Liú decidió hablarles antes de partir:

- Queridos todos. Vosotros sabéis que acepté ser vuestra representante por el amor y respeto que os tengo, para dar a conocer todo lo bello y bueno que el país tiene en nosotros y en estas tierras hermosas. Yo fui al palacio, a pesar de que no quería cambiar mi vida entre vosotros por la vida de emperatriz. Pero esta vez tengo dudas…. Mirad mi maceta…. ¿qué sentido tiene ahora ir? Ni siquiera hay una flor para competir con la de otros. Si voy, ¿no os dejaré en mal lugar?

El pueblo inmediatamente hizo corrillos para discutir entre ellos que responder a Liú. Luego empezaron a expresar sus conclusiones:

- No tengas vergüenza de ir querida Liú. Nuestro pueblo nunca ha pretendido ser mejor que otro. Sólo somos un pueblo hermano de otros pueblos que quiere compartir con ellos su búsqueda de paz, no quedarse al margen –dijo su abuela-. Solamente faltar a la cita nos dejaría en un mal lugar. Lo has hecho lo mejor que has podido y te hemos ayudado hasta donde supimos. No ir es desmerecer el éxito de aquellos que consigan una hermosa flor. Sin embargo, en útlima instancia, otra vez, la decisión es tuya.

Liú se pasó toda la noche reflexionando y, al amanecer, empezó a andar hacia la cita en el palacio.

¡ Qué maravillosa escena había cuando llegó al gran Salón del Trono ¡ Los jóvenes estaban otra vez allí, frente al Consejo del Reino, pero ahora con macetas repletas de hermosas flores. Si una flor era bella, la otra lo era más aún.


El Consejo se desplazó por el salón para examinar las macetas, una a una, antes de tomar su decisión. Las más hermosas de las flores conseguían arrancar a algunos miembros del Consejo sinceras alabanzas sobre el colorido o el tamaño de los brotes.

Así pasaron las horas en el gran salón resplandeciente de flores, lleno de aromas y donde se podía casi respirar la emoción de los corazones juveniles con la expectativa del trono.

Liú casi ni se veía entre todos, cabizbaja con su maceta, la única sin flor…

Los miembros del Consejo iban terminando su recorrido y se reunían para conversar entre ellos. Liú ni siquiera vió cuando uno de ellos se acercó en silencio a ella y miró la tierra de su maceta antes de regresar en silencio a reunirse con los demás. Y seguía con los ojos bajos cuando el portavoz se acercó a ella seguido de todo el Consejo y dijo:

- Esta niña, bendita sea, será nuestra Emperatriz.

Liú levantó la vista para ver a quién habían elegido y vio que el anciano se dirigía a ella …y vió que el Consejo en pleno la rodeaba sonriendo lleno de afecto y dicha.

–Pero, si mi maceta no ha florecido…. – dijo suavemente Liú-. El Consejo dijo que el trono lo ocuparía quien tuviera la flor más hermosa.

- Así fue, como dices- respondieron asintiendo varios de los ancianos del Consejo.

El Portavoz habló ahora por todos:

– Nosotros tostamos cada una de las semillas que repartimos. Ninguna podía florecer. Quisimos asegurarnos de que el trono lo ocupara una persona honesta, y es ésa la flor que nos ha traído esta joven en su vacía maceta – y dándose la vuelta le dijo-: Tenemos mucha belleza por aquí, pero lo importante para este reino es tu actitud.

Te necesitamos como emperatriz.

Autor desconocido.

Carme ha dit...

GRÀCIES XEVI! MOLT BONIC CONTA PER COMENSAR EL DIA D'AVUI!!!,DE BEN SEGUR M'AJUDARÀ A QUE AQUEST ANY DE MÉS EM PESI MENYS!!!


A TOTS UNES BLOGER'SGRÀCIES!!!!!!!